23.12.08

y algunas humanidades más

A la hora de defender su regreso al cigarrillo, los argumentos de Tapia son irrebatibles. “A mí no me da culpa..., porque yo lo hago", dice ella, con la frente alta y un desparpajo absoluto.

María no puede soportar que la puertita que oculta la correa de la persiana quede abierta. Cuando se da cuenta que alguien la dejó así, corre rápidamente a cerrarla.

Juan Ignacio es un creador de grandes frases. “Me voy a convivir solo”, “Me duele el corazón” y “Si el día tuviese más horas, dormiría menos”, son algunas de sus más recientes.

A Verónica, una verdadera fanática del Nesquik frío, le gusta desayunar y volver a la cama con la panza llena.

Abril tiene sólo dos años y le gustan tanto los perros que es capaz de meterse sin problemas entre toda una jauría. Sin miedo, se deja lametear por canes que la doblan en tamaño y le acercan sus dientes. Ella simplemente se mata de risa y disfruta.

Cada tres horas, suena la alarma del estómago de Diego. Su reloj biológico es tan preciso que a los 180 minutos, casi sin excepciones, necesita saciar el hambre que cíclicamente lo asalta.

Nacho se fue hasta el Puerto de Frutos del Tigre convencido de encontrar manzanas, peras y duraznos a buen precio. Cuando llegó, se dio cuenta que allí había de todo menos frutas. Resignado, se compró una jabonera.

Cuando Lorena se emborracha, su tonada tucumana resurge en toda su expresión.

Es todo un clásico. Estás mil años esperando un colectivo y justo cuando prendés un pucho, la figura de aquel esquivo armatoste aparece en el cercano horizonte urbano.

16.12.08

Niemeyer, el poeta del hormigón armado

"No es el ángulo recto el que me atrae
ni la línea recta, dura e inflexible
creada por el hombre
Lo que me atrae es la curva libre y sensual
la curva que encuentro en las montañas de mi país
en el curso sinuoso de sus ríos
en las olas del mar
en las nubes del cielo
en el cuerpo de la mujer preferida
De curvas está hecho el Universo
el Universo curvo de Einstein"

Oscar Niemeyer

“La vida es un soplo”, escucho decir a Oscar Niemeyer en un documental que acaba de emitir el canal Encuentro. En el caso de este arquitecto brasileño de 101 años recién cumplidos (nació el 15 de diciembre de 1907), pareciera mucho más que eso. Emociona escucharlo, verlo dibujar nuevamente cada una de sus ya consagradas obras con un marcador negro sobre el papel. Aunque se dice un “viejo pesimista”, este verdadero “poeta del hormigón armado” y enemigo de los ángulos rectos –que se animó a redefinir lo urbano- motiva con cada palabra, con cada gesto.

Cuando en 1956 el presidente de Brasil, Juscelino Kubistchek, decidió encarar la construcción de Brasilia, Niemeyer trabajó con el urbanista Lucio Costa y le dio sus particulares formas a la nueva capital. Allí, dejó su impronta en obras como el Palacio del Planalto (la Casa de Gobierno brasileña), un Congreso muy particular, una Catedral de diseño totalmente innovador y muchos otros edificios públicos que llevan su sello.

“Brasilia debería parar”, dice ahora Niemeyer, para quien el crecimiento de toda urbe debe ser controlado. Su idea es la de multiplicar centros urbanos en vez de extender los límites de las grandes ciudades, que así se hacen demasiado densas y por ende inhabitables.


Con la llegada de la dictadura brasileña, este arquitecto se tuvo que exiliar y fue así que desplegó sus obras por el mundo entero: la Universidad de Constantina en Argelia, la sede del Partido Comunista en Francia, la casa central de la Editorial Mondadori en Italia fueron algunas de sus obras preferidas. Cuando volvió a su país, siguió regando de curvas el paisaje, como en aquel increíble Museo de Arte Contemporáneo de Niteroi.

En Río de Janeiro, Niemeyer construyó para sí una casa totalmente adaptada a la naturaleza, muy sencilla, manteniendo incluso la roca originaria del morro, que de esta manera forma parte de algunos ambientes. Él mismo cuenta la anécdota de aquella vez que lo fue a visitar Walter Gropius y le hizo una objeción que al brasileño le causó mucha gracia, pero también sorpresa por tratarse de una persona que él consideraba tan inteligente. “Esto no se puede multiplicar”, le dijo el fundador de la Bauhaus.

Enemigo acérrimo del capitalismo y eterno luchador por la igualdad social, Niemeyer todavía tiene grandes proyectos por delante: Hugo Chávez le encomendó un museo en honor a Simón Bolívar que tendría forma de flecha apuntando hacia los Estados Unidos y rompería el récord mundial de hormigón armado suspendido. Además, diseñó un Puerto de la Música que se construirá en Rosario (sería su primer obra en la Argentina y la elección de la ciudad estaría basada en su admiración por el Che Guevara).

8.12.08

Las calles y las cosas

Faros, llantas, paragolpes, radiadores, baterías, parabrisas
Warnes es la calle de los repuestos automotores
Suena a chiste, pero en Libertad se encuentran los estéreos robados
allí también abundan relojes y oro no sé cuántos kilates
Por Plaza Dorrego, las antigüedades crecen (o envejecen) como hongos
pero si uno quiere muebles nuevos, hay que “patear” avenida Belgrano

Los instrumentos musicales suenan en las vidrieras de Talcahuano
sobre Paraná se encuentra casi cualquier artefacto eléctrico
y en Uruguay, sobran telgopores, cartelería y acrílicos
Los amantes de los libros se enamoran en los estantes de Corrientes
sin embargo, si lo que se busca es algún nuevo tomo jurídico
hay que volver a Talcahuano, ahí pegado a Tribunales

En Scalabrini Ortiz, se venden lanas e hilos de todos los colores
y sobre Moreno las casas de telas despachan rollos a cada segundo
pero todo el barrio de Once es un gran reino textil
el paraíso de los que buscan metros de género a buen precio

En Córdoba, los outlets de ropa prometen ofertas y no tanto
Pero si uno quiere comprar algo de cuero, tiene que ir a Murillo
Y la calle de las camperas es, sin dudas, Forest
(aunque en el 444 vendan aceite “bueno y barato”)