Villa Ortúzar
30.8.13
23.8.13
Navarro, un rato antes de las cuatro
Un hombre espera al
viento en medio de la laguna, una oveja se queda petrificada frente a una
cámara y la vieja estación sigue huérfana de trenes. El tiempo parece detenido,
pero no. En Navarro, un rato antes de las cuatro de la tarde del domingo, las únicas
que se mueven son las agujas del reloj.
Navarro, provincia de Buenos Aires
6.8.13
La perra Nea y los mundos imposibles de Escher
Me levanto medio dormido
y enfilo para el baño, pero en el pasillo tropiezo con una escena que desafía
mi entendimiento. Una perra acostada… ¿en el piso o en la pared? De repente,
las leyes del mundo parecen subvertirse y me siento como atrapado adentro de un
cuadro de Escher. La perra no es otra que Nea, la ovejera belga que nos acompaña
desde enero. Y Escher no es otro que Maurits Cornelis Escher, un artista
holandés que siempre me rompió la cabeza con sus grabados de figuras imposibles
y mundos imaginarios. Su obra me impresionó desde que era chico: mi viejo -que
era arquitecto- tenía un par de cuadros
con reproducciones suyas. Una era “Relatividad”, una litografía de 1953 que
muestra a varias figuras humanas subiendo y bajando escaleras en medio de
paredes que a la vez son pisos y pisos que a la vez son paredes. Me encantaba quedarme mirando
esa imagen, mientras trataba de desentrañar cómo había hecho el artista para idear
y dibujar tan perfectamente aquel espacio paradojal.
Paradojal también es Nea, esa perra que duerme con sus patas apoyadas contra
la pared. Esa ovejera belga que -al menos por un rato- “da vuelta la casa” y me
transporta a los mundos imposibles de Escher.
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