21.4.09

Esas clásicas señales

"Uno recupera, de pronto, aquel instinto primario y animal que infructuosamente trataran de legarnos nuestros ancestros aborígenes. Comienza a rastrear señales en la copa de los árboles, a adivinar conductas en la actitud de los animales, a bucear respuestas en los indicios de la naturaleza, en la interpretación del vuelo de los pájaros. Desde una persiana cerrada llega la bocanada fugaz de un relator de radio. Uno apura el paso pero la voz lo persigue como un misil de cabeza inteligente. ¿Qué inflexión ignota había en su voz? ¿La entusiasta y exitista del cronista ante la vibración de una victoria? ¿La cadencia monótona y desilusionada ante la mediocridad de un nuevo empate? Uno es un radar, es una antena, es el cervatillo frágil que eleva el morro húmedo en la espesura, el oráculo que adivina el destino en la lectura sutil de los guijarros. Recuerda sin duda la última tarde en que se perdió —catastróficamente— un clásico. Aquella mañana previa al hecho los perros ladraron alocados, las aves enmudecieron y los gatos tuvieron un comportamiento errático y equívoco revolcándose, aparatosos, sobre sus propias heces."

La observación de los pájaros, Roberto Fontanarrosa.

Un post de Lorena a raíz del último superclásico entre Boca y River me hizo recordar este genial cuento de Fontanarrosa sobre las infinitas señales que nos pueden indicar el resultado de un partido importante, quiera o no uno enterarse. Acá se puede leer el desopilante texto completo.

2 comentarios:

Lorena Tapia Garzón dijo...

No había leído este cuento, qué bueno que lo trajiste a cuento, jaja. Me gustó mucho esto: " Uno es un radar, es una antena, es el cervatillo frágil que eleva el morro húmedo en la espesura, el oráculo que adivina el destino en la lectura sutil de los guijarros".
Besos, Peluff.

Lorena dijo...

Te dejé una invitación en mi blog. Sin compromiso, claro. Beso!