27.11.06

Hace un año…

Hace un año, saltaba a más no poder. Después de mucho tiempo de escuchar sus discos una y otra vez, Pearl Jam llegaba a la Argentina y llenaba dos estadios de Ferro. Eddie Vedder, la voz de los muchachos de Seattle, le pedía perdón a los vecinos de Caballito, pero “esta noche no podemos bajar el volumen”.
Hace un año, cantaba y gritaba dentro de una masa de miles que se movían como uno. Después de cada tema sentía que el aire se me iba…, sentía muchas cosas hace un año.
“Hace un año, la humanidad perdió a un gran hombre: Johnny Ramone. Para un gran amigo, le dedicamos esta canción”, decía Eddie en honor al fundador de una de las bandas-símbolo del punk y empezaba a sonar una potente versión de la ramonera “I believe in miracles”.
Hace un año, mi humanidad también perdía a un gran hombre. Mientras cantaba y saltaba y el aire se me iba, también el oxígeno empezaba a abandonarlo a él.
Hace un año, casi al final del segundo recital, los Pearl Jam comenzaban a despedirse con “Alive”. En ese momento, mi viejo, el “Negro”, todavía respiraba, aunque cada vez menos. Y yo me sentía más vivo que nunca y no.
Hace un año, cuando el veintisiete de noviembre de dos mil cinco recién empezaba a despuntar, una parte de mi se iba y esta es –tan sólo- una manera de recordarlo.

25.11.06

Desmejorando levemente hacia la tarde

Vaya a saber uno por qué el ascensor invita a hablar del clima. Cuando dos o más se cruzan en uno de estos aparatejos, súbitamente parecen como atacados por un inexplicable ímpetu meteorológico.

Ufff qué calor, brrr qué frío, dicen que va a seguir así toda la semana…, va a llover hasta el lunes…, tiempo de locos…, cuándo va a refrescar…, lo que mata es la humedad…, este es el peor verano en años…, anuncian alerta meteorológico!!!!!

En el ascensor, el silencio es como una piedra en el zapato. Miramos los cambiantes numeritos de los pisos, tomamos la manija por anticipado, nos buscamos nerviosamente en el espejo, pero cuando ya nada queda por hacer, el clima se hace palabra para llenar el espacio de sonidos y eliminar la incomodidad.

No se conocen bien los motivos, pero para la comunicación liviana elegimos hablar de nubes, tormentas aisladas, cielos despejados y chaparrones que llegan por la tarde.

15.11.06

Hola y chau: punk not dead?

De luna de miel en Londres, Maquiolij conoció a su ídolo punk de la juventud. Coincidieron en una tienda de zapatos. Era el cantante de los Clash, nada menos que Joe Strummer. Charlaron un rato, se sacaron una foto. Un sueño hecho realidad para mi amigo.
Al otro día, leyó en un diario de la capital inglesa: Strummer había muerto. Con tan sólo 50 años, una cardiopatía congénita nunca detectada había acabado con su vida…
Mi amigo Maquiolij se estremeció: lo había conocido justo antes de su muerte. Tal vez albergue la última imagen en vida de aquel hombre al que tanto admiraba.

6.11.06

más humanidades

Hay pocas cosas que Diego disfrute tanto como escupir un chicle y calzarlo de volea antes que toque el piso, clavando el balón imaginario en algún arco improvisado de vereda.
Son muchos los que dicen disfrutar los viajes en tren, especialmente en época invernal, cuando el sol pega a través de la ventana y calienta sutilmente el cuerpo, generando una dulce modorra que invita a la siesta.
Laura y Ani son dos grandulonas que andan por los treinta, aunque de tanto en tanto se divierten esquivando las líneas de las baldosas como cuando eran chicas.
A veces, mientras camina por la calle, José fantasea con que alguien lo sigue. Creo que no soporta que exista tanta gente a su alrededor y nadie lo conozca.
Cada vez que el Negro pasa frente a un camión de mudanzas, entristece inexplicablemente.
Guillermo cree que hay pocas cosas más estimulantes que una mujer atándose el pelo. Cuando eso sucede, los brazos levantados realzan notoriamente las curvas y los pechos saludan al cielo. Mientras las manos siguen maniatando los cabellos, él ruega que aquella galleta no se resuelva jamás.
Al Beto le encanta revisar las viejas agendas de la adolescencia y llamar a alguna chica olvidada con un pretexto cualquiera. Le dice “el agendazo” y ha comprobado largamente su escasa efectividad.
Para Vicky no hay nada más grandioso, cuando de situaciones amorosas se trata, que aquel momento en el cual el hombre desliza sus dedos por debajo de los breteles de su corpiño, acariciándole los hombros al tiempo que corre las tiritas hacia un costado para develar toda la desnudez de sus senos.
Hace poco, Rueda descubrió que le encantan las verdulerías. Los colores de las frutas, verduras y hortalizas, el olor a tierra mezclado con la esencia de cada especie; todo le resulta extrañamente vivido y placentero, casi digno de optimismo.