Los martes todo vuelve a empezar. La cama que no suelta. El Nesquik y las dos tostadas. La ropa colgada. La caminata musical por Tronador. El subte lleno de gente que conozco y no. Las bandas en Avenida de Mayo y Perú. Publicar, publicar, publicar. Siete mil revoluciones por minuto. Mate y medialunas con los compañeros. Sonrisas. Las pulsaciones que bajan por una Florida desierta. Algún encuentro, quizás. Algún desencuentro, puede ser.
Los martes todo vuelve a empezar. Pero, también, todo termina.
Los martes todo vuelve a empezar. Pero, también, todo termina.
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