11.8.09

humanidades recargadas

El Beto es la única persona que conozco que faltó a su propio cumpleaños. Lo esperábamos en un bar y terminamos cantándole el felizcumpleaños por celular. También lo puteamos, claro.

Para el mal de amores, Vano tiene una receta infalible: mirar de un tirón El Padrino I, II y III. Ella dice que la trilogía de Francis Ford Coppola es la mejor opción en esos casos por la ausencia total de conflictos de pareja. José probó la fórmula y asegura que funciona.

Cuando Diego come, su mandíbula cruje. Clank, clank, clank. Parece que en vez de boca tuviese una procesadora.

Adrián llevó el cochecito de Julieta al service de Perego (sí, Perego tiene un service para cochecitos). Allí, lo dejaron 0 km para cuando llegue Camila y hasta le pusieron aceite en las rueditas. Pero eso no es lo más extraño. Créase o no, el insólito “taller” queda en la calle Warnes.

De madrugada, cuando uno llega borracho (o algo más) a su casa, debería pensar bien antes de ponerse a cocinar. Santiago no lo hizo. Una vez, "preparó" unos fideos durante seis horas y se despertó con un humo denso proveniente de una olla que no sirvió nunca más. También dos chorizos a la plancha que quedaron como rocas fueron víctimas de esa fatal mezcla de hambre voraz y sueño.

Paola tuvo una gran idea: regalarle a su querida amiga un pececito. Llenó un frasco con agua de la canilla y allí depositó su inusual presente. Al momento de abrir el “paquete”, la sorpresa de la cumpleañera fue mayúscula: el acuático amiguito no se movía. Le habían regalado un pececito muerto. El acuario no aceptó devoluciones.

Esa no fue la única historia desafortunada (y animal) que tuvo Paola. En otra oportunidad, puso a su conejito arriba de la estufa (“estaba en piloto”) para protegerlo del frío. Se fue a hacer unas cosas y volvió tiempo después. El resultado: conejito disecado.

Cuando M entró a su nuevo laburo, pensó que allí tenía un Plan A, un Plan B y un Plan Z. Al final, tuvo un hijo con Plan B.

Entre la ropa recién lavada que puso sobre la cama, Diego encontró no una sino cuatro vaquitas de San Antonio. Qué manera de pedir deseos...

2 comentarios:

Anónimo dijo...

genial!! quiero más!!

Anónimo dijo...

genial!! quiero más!!