Margarita acusa problemas de memoria y vive
una vida de placeres en su rancho de Trinidad. Come y duerme. Come y duerme. Cuando termina el plato, se olvida de que ya comió
y entonces pide que le vuelvan a servir. ¿Se olvida?
La noche avanza y, en un
momento, la cabeza de D empieza a caer. En una reunión, una cena, un asado, un
cumpleaños, lo que sea. No importa. Meta cabezazo, él lucha para no quedarse
dormido, pero es en vano: el sueño siempre gana. Viene de familia.
R puede pasar horas
imaginando los goles que hará el domingo. De cabeza, de afuera del área, de
apilada monumental, hasta de chilena. Sin embargo, el domingo bastan 90 minutos
para caer en la dura realidad. Sí, R es el "goleador de los sueños".
El bondi frena de golpe y
ella, que viaja en el medio del pasillo, se agarra como puede…, del mango del
limpiavidrios de otro pasajero.
Para dormir, a J le gusta
usar remeras de Massacre. Y eso que nunca escuchó a la banda del gordo Walas y
compañía. Seguro es por mi culpa.
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