6.8.13

La perra Nea y los mundos imposibles de Escher


Me levanto medio dormido y enfilo para el baño, pero en el pasillo tropiezo con una escena que desafía mi entendimiento. Una perra acostada… ¿en el piso o en la pared? De repente, las leyes del mundo parecen subvertirse y me siento como atrapado adentro de un cuadro de Escher. La perra no es otra que Nea, la ovejera belga que nos acompaña desde enero. Y Escher no es otro que Maurits Cornelis Escher, un artista holandés que siempre me rompió la cabeza con sus grabados de figuras imposibles y mundos imaginarios. Su obra me impresionó desde que era chico: mi viejo -que era arquitecto- tenía un par de cuadros con reproducciones suyas. Una era “Relatividad”, una litografía de 1953 que muestra a varias figuras humanas subiendo y bajando escaleras en medio de paredes que a la vez son pisos y pisos que a la vez son paredes. Me encantaba quedarme mirando esa imagen, mientras trataba de desentrañar cómo había hecho el artista para idear y dibujar tan perfectamente aquel espacio paradojal.


"Relatividad" (Maurits Cornelis Escher, 1953)

Paradojal también es Nea, esa perra que duerme con sus patas apoyadas contra la pared. Esa ovejera belga que -al menos por un rato- “da vuelta la casa” y me transporta a los mundos imposibles de Escher.

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