
Al igual que con las ratas, no hay urbe en el mundo que no haya sido invadida por cientos de miles de palomas. En Buenos Aires están por todos lados y, si bien la Plaza de Mayo podría considerarse como el epicentro de esta plaga alada, hay algunas sucursales menos conocidas e igual de concurridas.

Quién sabe por qué eligen aquel lugar, ese cuadrado imaginario cuyos vértices son una farmacia, una gomería, una fiambrería y un restaurant. Lo cierto es que acuden en masa y todo el que por allí camine deberá tener especial cuidado de no recibir algún cordial “saludo” desde las alturas.
1 comentario:
Realmente, estos bichos son un gran misterio. Su atracción por los cables de alta tensión, a veces me da miedo, no sólo por los regalitos que dejan caer desde tanta altura, sino porque tengo la terrible sensación de que un día estallarán y producirán una gran lluvia de plumas.
De todos modos, me encanta ver el espectáculo que dan paralizadas en las alturas.
Saludos, Andrea.
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