6.11.06

más humanidades

Hay pocas cosas que Diego disfrute tanto como escupir un chicle y calzarlo de volea antes que toque el piso, clavando el balón imaginario en algún arco improvisado de vereda.
Son muchos los que dicen disfrutar los viajes en tren, especialmente en época invernal, cuando el sol pega a través de la ventana y calienta sutilmente el cuerpo, generando una dulce modorra que invita a la siesta.
Laura y Ani son dos grandulonas que andan por los treinta, aunque de tanto en tanto se divierten esquivando las líneas de las baldosas como cuando eran chicas.
A veces, mientras camina por la calle, José fantasea con que alguien lo sigue. Creo que no soporta que exista tanta gente a su alrededor y nadie lo conozca.
Cada vez que el Negro pasa frente a un camión de mudanzas, entristece inexplicablemente.
Guillermo cree que hay pocas cosas más estimulantes que una mujer atándose el pelo. Cuando eso sucede, los brazos levantados realzan notoriamente las curvas y los pechos saludan al cielo. Mientras las manos siguen maniatando los cabellos, él ruega que aquella galleta no se resuelva jamás.
Al Beto le encanta revisar las viejas agendas de la adolescencia y llamar a alguna chica olvidada con un pretexto cualquiera. Le dice “el agendazo” y ha comprobado largamente su escasa efectividad.
Para Vicky no hay nada más grandioso, cuando de situaciones amorosas se trata, que aquel momento en el cual el hombre desliza sus dedos por debajo de los breteles de su corpiño, acariciándole los hombros al tiempo que corre las tiritas hacia un costado para develar toda la desnudez de sus senos.
Hace poco, Rueda descubrió que le encantan las verdulerías. Los colores de las frutas, verduras y hortalizas, el olor a tierra mezclado con la esencia de cada especie; todo le resulta extrañamente vivido y placentero, casi digno de optimismo.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Si de humanidades se trata, feliz me siento de haber conocido (aunque por ahora sólo virtualmente) la de un tal Diego Peluffo, creador de este espacio sensible, tierno y conmovedor. ¡Gracias Diego!

Anónimo dijo...

Empiezo a sospechar que Patricio es el papá de Diego o el mismo Diego...

Anónimo dijo...

No sé quién será anonymous, pero en cualquier caso está equivocado. No soy padre ni me llamo Diego, pues mi nombre es Patricio. Sólo soy un admirador de este sensible blog. Hecha la aclaración, me despido.

Hasta pronto,
Patricio.

Anónimo dijo...

Doy fe de que patricio no es diego. Y sí, Patricio!!!, diego es un ser sensible, transparente y encantador, tal como su blog lo muestra!!!!
laura