22.12.05

Libros para vivir

En Av. de Mayo, entre Lima y Salta, al lado de una de las bocas del subte “A”, se puede encontrar a Julio, sesenta y siete años, vendedor de libros, sentado en su sillita como de playa mientras ruega que alguien se detenga y le compre un cachito de literatura.

Alguna vez supo tener tres librerías distribuidas por la ciudad. Se llamaban “Librerías Palumbo”, pero las ventas fueron cayendo y en 2000 tuvo que cerrar. De ahí en más, Julio empezó a trabajar en la calle. Según sus cálculos, en los últimos cinco años, entre paseantes y oficinistas, lleva vendidos algo así como 20 o 30 mil ejemplares. Su estrategia incluye aceptar lo que la gente le pueda acercar y, si los libros son muy buenos o de novísima edición, el ofrecimiento de venderlos por consignación. Afortunadamente, le regalan bastante. Una vez un tipo le dio como quinientos, casi una biblioteca entera.

Pero eso de ser vendedor callejero no es fácil. Hay días que no le compran ni un pequeño libro de bolsillo. Es cierto, alguna vez ha podido contar hasta 50 pesos diarios, pero no siempre se tiene tanta suerte.

Julio necesita libros para vivir, literalmente.

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